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MODA ECOLÓGICA



El negocio sostenible que queremos proponer hoy tiene que ver con la industria de la moda circular, y por ella entendemos, la moda que no deja residuos ni una estela de contaminación en el ambiente durante ninguna de sus fases de producción ni al final de su vida útil. Aunque existen algunas marcas de ropa con sello de sostenibilidad, hay que decir que realmente son escasas y no tan fáciles de encontrar en el comercio como nos gustaría; así que la consigna es que la industria de la moda sostenible prolifere, y sea la regla y no la excepción.


Para entrar en materia, hay que decir que cualquier emprendedor que quiera ser responsable en la esfera de la moda, debe observar desde el principio unos mínimos en torno al diseño y operación de su empresa que la hagan realmente circular. Para empezar, debe cuidar que todos sus insumos, telas, tejidos, hilos, accesorios y demás sean:


  • Biodegradables (si son sintéticos que sean 100% reciclados)

  • Cultivados según principios agroecológicos

  • Producidos y manufacturados localmente

  • Tratados naturalmente


Para hacer moda sostenible, la materia prima utilizada debe ser preferentemente un material biodegradable como el algodón, el lino, el cáñamo, la lana o similares, de alta calidad y máxima duración. Si el objetivo es hacer moda circular, la prenda debe durar el máximo tiempo posible, y ser totalmente compostable (degradarse por acción de los microorganismos) al final de su vida útil. De allí que la llamemos circular. Si se pretende incursionar con telas sintéticas, éstas deben ser 100% recicladas a partir de botellas o plásticos de segundo uso, o provenir de ropa usada reformada como una nueva prenda. Sin embargo, recuerda que el lavado de las prendas sintéticas arroja millones de micropartículas al agua tras cada ciclo y, por ende, aunque es mejor convertir las botellas en vestuario una vez acaben su vida útil, lo mejor de todo sería dejar de producirlas definitivamente. Así que si piensas emprender en temas de sostenibilidad en la moda ya sabes que los materiales biodegradables de máxima duración son el tipo de materiales en los que debes apalancar tu industria.




El segundo criterio se refiere a que las telas, hilos, tejidos, accesorios y demás insumos deben ser producidos agroecológicamente, es decir, siguiendo todos los estándares de la producción limpia: el cuidado del agua, control biológico de plagas, evitación de agrotóxicos y sustancias corrosivas. El algodón, por ejemplo, aunque sea un material biodegradable, cuando no proviene de cultivos orgánicos, es sumamente antiecológico, intensivo en demanda de agua y en uso de fertilizantes químicos y pesticidas. Otro aspecto a tener en cuenta dentro de los principios agroecológicos o regenerativos es que cuando la materia prima provenga de animales, éstos sean criados bajo los estándares de bienestar animal: libre pastoreo, alimentación balanceada, libres de incomodidad, estrés y dolor. El comercio de pieles, lanas, sedas y plumas conlleva regularmente maltrato animal, y se requiere una legislación fuerte, y una veeduría muy estricta para garantizar que no lo hay. La certificación RESPONSIBLE WOOD STANDARD (RWS)*, por ejemplo, asegura el bienestar de las ovejas desde la cría hasta el producto terminado. Esa es una muy buena herramienta para asegurarte como productor de que las materias primas que vas a conseguir, siguen los estándares requeridos. No está por demás enunciar en este apartado, que la moda circular o ecológica también debe cuidar el recurso humano, horarios flexibles, salarios justos y, por ningún motivo, el empleo de menores de edad. Para los emprendedores interesados en este tipo de negocio, es importante saber que existen unos sellos de calidad para la industria textil como OEKO-TEX o ECOLABEL entre otros, que garantizan la procedencia orgánica de los insumos de la confección**



El tercer criterio de la moda circular o sostenible, se refiere a que sus materias primas deben ser producidas lo más cerca posible de su lugar de manufactura. Si se va a producir ropa ecológica en Colombia, la materia prima debe ser también originaria de Colombia y manufacturada en el país; y esto vale para cualquier país o región. En nuestro país, por ejemplo, de tradición eminentemente agrícola, hay empresarios de la agroindustria con los que se podría pactar la siembra de cultivos de algodón orgánico. Otro actor importante para abastecerse de este tipo de materiales son las comunidades indígenas que producen telas y tejidos orgánicos a partir de telares manuales; comprar su producción no sólo es una opción ambientalmente sostenible sino una práctica socialmente inclusiva. Que las diferentes fases de la producción sean de origen local, es muy importante para evitar la huella de carbono (emisiones de CO2 a la atmósfera. Ver glosario) generada por cuenta del transporte marítimo en el actual comercio globalizado.




El último de los factores enunciados y, por cierto, no menos importante, es el que tiene que ver con el tratamiento de las telas y tejidos. Muchas prendas de vestir en la actualidad son catalogadas dentro de la industria como de “cuidado fácil”, es decir, suaves al tacto, resistentes a las arrugas, a las manchas y a la polilla. Esas características, por supuesto, muy deseables para el consumidor, se logran, sin embargo, mediante la adición de peligrosas sustancias químicas que no solamente son perniciosas para el ambiente, sino que pueden producir todo tipo de alergias y problemas en contacto con la piel***.


Así que una moda sostenible o circular debe priorizar la salud del consumidor y de la naturaleza, sin sacrificar la belleza, la comodidad ni la sofisticación que, sin duda, se pueden compensar con el diseño. Un emprendimiento de moda realmente ecológica debe usar materias primas de la más alta calidad, y propender por la manufactura de prendas naturales, que no se deterioren con el lavado, ni sean adicionadas con sustancias químicas; prendas preferiblemente sin teñir, en tonos crudos, o que se coloreen con tintes vegetales, aunque sean menos estables. Ropa viva, que se arrugue y le pasen naturalmente los años sin perder su realce, y al final de su vida útil pueda volver a ser tierra sin dejar contaminantes detrás suyo.




Una buena marca para este propósito podría llamarse "EN CRUDO" y hacer comercial una moda desprovista de tintes, usable por el reverso y el anverso, de algodones y linos de primerísima calidad para que el paso de los años no la deteriore fácilmente. Eso le daría un toque de nobleza y elegancia que la posicionara en el mercado. Dado que estamos en la era del poliéster, de las telas fabricadas a partir de moléculas de gas y petróleo que, hay que reconocerlo, son altamente competitivas en cuanto a costos, versatilidad y atractivo, las materias primas naturales prácticamente han desaparecido de escena o se han erigido en lujo. El algodón y lino orgánicos son realmente costosos, y se han convertido en un símbolo de exclusividad y, por ende, de difícil acceso en términos económicos.




Aquí tal vez quepa recordar el viejo eslogan “no competimos con precios, competimos con calidad” como una alusión a la industria que hacía las cosas para durar, y en la que lo importante era lograr prendas que mantuvieran su lustre mientras pasaban de generación en generación. Desde luego que todo este detalle y finura en el proceso de manufactura, incrementa los costos de producción y, por ende, el precio final de las prendas, lo que puede hacerte desistir como emprendedor en este campo. En este caso es conveniente echar mano de un recurso teórico y de otro práctico. El recurso teórico es señalarles a tus clientes que lo importante no es la cantidad sino la calidad, y que pueden tener menos, pero mejor. El recurso práctico es recordarles que pueden adquirir el producto a través de sistemas de separado o financiación, haciéndoles hincapié -siempre desde la mayor honestidad- de que el sobrecosto pagado, es simplemente el resultado de ser responsables con el Planeta.


Como detalle final en tu emprendimiento de moda sostenible están las marquillas y los empaques que deben ser igualmente fabricados en tela biodegradable o papel reciclado, y sus etiquetas adheridas al vestuario con cordones asimismo de algodón o yute, evitando todo material plástico.



Respecto a los empaques, lo ideal sería prescindir de ellos, pero en caso de incluirlos, serán igualmente de tela y con un sobrecosto que, preferiblemente disuada a los clientes de querer llevarlos consigo. Después de todo, es una prenda y no un empaque lo que han venido a comprar.





***Leonard, Annie. La historia de las cosas, Bogotá: FCE, 2011, p.96


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