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SUPERMERCADOS A GRANEL

Los supermercados package less o a granel representan una idea obvia en un proyecto que busca reducir residuos. Nos urge una estrategia de compra en la que no se produzca un sólo empaque a la hora de mercar. Imaginamos un gran supermercado con sofisticados y potentes contenedores o dispensadores rellenos con todo tipo de víveres, comestibles, bebidas y demás productos de consumo tanto en estado sólido como líquido, que puedan ser fácilmente accionados por el consumidor para recargar sus propias bolsas y botellas.



No hay duda que la dispensación de todos los bienes de consumo del más variado tipo, desde carnes frías hasta pañales, pasando por granos y abarrotes, aceites, salsas, lácteos, jabones líquidos y cualesquiera otros productos de consumo masivo, incluidos medicamentos, puede llevarse al formato de distribución a granel, generando grandes beneficios ambientales. Por cierto que no se trata de una idea nueva; muchos supermercados cuentan con tolvas para el despacho de granos, cereales y azúcar principalmente, pero la oferta es realmente limitada y los consumidores no son alentados a mercar en este tipo de formato. Quizás los mejores dispensadores son los que algunas empresas han instalado en aeropuertos, terminales de transporte, bibliotecas, colegios y parques públicos para el expendio de diferentes artículos como snacks y aseo personal; el reto ahora es hacerlo extensivo a todos los productos de la canasta familiar y sin empaques.



Se trata de un proyecto ambicioso no sólo desde el punto de vista económico sino de ingeniería por todas las variables que lleva involucradas en términos de inocuidad, practicidad, mercadeo e innovación. Por lo pronto, requiere el trabajo conjunto entre la ingeniería mecánica, electrónica, de producto, de diseño y de alimentos entre otras, a fin de sortear con éxito todos los retos que surjan en el camino para hacer viable una especie de supermercado del futuro, ultramoderno en su concepción y arquitectura, y con toda la variedad, comodidad, practicidad, estética y ética de un proyecto ambientalmente responsable. Si hoy se habla tanto de la responsabilidad social empresarial, es evidente que viabilizar estrategias que alivien la carga que los empaques crean sobre los ecosistemas, debe estar en la agenda de cualquier empresario o comerciante, por lo que también puede reclamar exenciones tributarias contempladas en la ley.


El formato de un supermercado de este tipo debe, en primera instancia, pensar en la distribución de los tanques dispensadores dentro de su espacio interior a fin de proceder a su constante recarga de la manera más expedita. Así, puede pensarse en dos formatos complementarios según sea que la recarga se haga por carros cisternas o mediante cartuchos recargables. En el primer caso, los tanques deben ser ubicados uno enseguida del otro, en la periferia del almacén, con la cara frontal mirando hacia adentro y la parte trasera hacia afuera, para que puedan ser llenados por las mangueras desde el exterior a la manera que se echa gasolina a un automóvil, sin interferir con el espacio interno del supermercado. El segundo formato, dispondrá los tanques en un esquema circular en un sólo gran círculo o en varios, a semejanza de las actuales bahías o stands de los supermercados, dejando un espacio o pasillo para que un operario pueda recargarlos desde la parte trasera a través de cartuchos recargables retornables (nada desechable). La ventaja de los cartuchos de recarga sobre los tanques, es que pueden viajar hasta la fábrica para su lavado y posterior rellenado.


Los tanques o contenedores, por su parte, deben estar elaborados en acero inoxidable grado alimenticio o cualquier otro material que preserve la sanidad del producto e impida su deterioro. Deben así mismo contar con sensores de nivel que alerten cuando esté próximo a agotarse el contenido a fin de proceder a su oportuna recarga. El mecanismo de dispensación debe asegurar la inocuidad impidiendo que el recipiente llevado por cada consumidor entre en contacto con el tanque dispensador para evitar la contaminación, a la manera como lo hacen los dispensadores de jabón o las llaves de agua en los lavamanos de sitios públicos que, por medio de una fotocelda, permiten dispensar sin necesidad de contacto.




Para facilitar la compra, el supermercado prestará el servicio de lavado y esterilización de envases retornables (siguiendo un estricto protocolo avalado por la autoridad sanitaria) que, desde luego, incluirá dentro de su operación, a fin de mantener siempre envases perfectamente higienizados. Algo completamente factible y a lo que todos estábamos acostumbrados con el consumo de gaseosas o cervezas antes de que llegaran los envases no retornables. Así, cada consumidor entrega en el supermercado (en un punto previamente establecido) los envases para su limpieza y desinfección, y posteriormente se dirige a hacer su mercado pasando por cada contenedor y tomando de la parte inferior, el envase respectivo ya lavado, esterilizado y con un precinto de papel que garantice su inocuidad para proceder a su llenado.



Quizás lo más importante para poner en funcionamiento una iniciativa de este tipo, es crear confianza en el consumidor mediante campañas perspicaces y decididas acerca de las bondades de este modelo de mercado a través de atractivas pantallas en los propios pasillos del supermercado, en los que se muestre desde videos e instructivos sobre cómo mercar, hasta videos sobre la problemática ambiental, ayudando así a cambiar el chip de los consumidores del modelo tradicional empacado al modelo futurista package less (sin empaque). 


Los supermercados futuristas package less son un proyecto ambicioso no sólo desde el punto de vista económico sino de ingeniería por todas las variables que lleva involucradas en términos de inocuidad, practicidad, mercadeo e innovación. Por lo pronto, requiere el trabajo conjunto entre una ingeniería mecánica, electrónica, de producto, de diseño y de alimentos entre otras a fin de sortear con éxito todos los retos que surjan en el camino para hacer viable una especie de supermercado ultramoderno en su concepción y arquitectura, y con toda la variedad, comodidad, practicidad, estética y ética de un proyecto ambientalmente responsable. Si hoy se habla tanto de la responsabilidad social empresarial, es evidente que viabilizar estrategias que alivien la carga que los empaques crean sobre los ecosistemas, debe estar en la agenda de cualquier empresario o comerciante, por lo que también puede reclamar exenciones tributarias contempladas en la ley.


Ahora bien, si el formato de tanques dispensadores parece muy costoso o complicado, también podría pensarse en la dispensación de víveres en empaques retornables con el mismo formato de supermercado que conocemos, pero en la que todos los productos (líquidos, salsas, harinas y demás) vengan en envases de vidrio (que garanticen su conservación) con tapa metálica y precinto de seguridad en papel reciclado, que asegure que no han sido abiertos para tranquilidad del consumidor.



Desde aceites de cocina hasta pastillas de chocolate pueden muy bien compaginarse con este formato, en el que cada comprador puede llevar los envases a casa dejando un depósito extra que asegure que los devolverá para su debido lavado e higienización por parte del supermercado en la próxima compra. El supermercado solicitará al comprador que el envase devuelto no tenga residuos en su interior para evitar sobrecostos en su lavado y esterilización, cobrando una pequeña sobretasa cuando ello no se verifique. Es obvio que tanto productores como distribuidores y consumidores debemos hacer nuestro aporte para aliviar la contaminación.


Para los productos sólidos o que no ofrezcan riesgo de contaminación, viene muy bien desde el punto de vista práctico y estético su presentación directa al público en stands o bahías. Desde jabones en barra, juguetería, artículos decorativos y de cocina, hay un centenar de productos que fácilmente pueden carecer de empaque sin representar ningún riesgo biológico. Whole Foods, la cadena norteamericana de propiedad de Jeff Bezos fundador de Amazon, tiene un amplio portafolio de productos package less (sin empaque) que la han convertido en un ícono para los compradores que quieren mejorar sus prácticas medioambientales.



Lo propio puede hacerse con las frutas y verduras, y para obviar los empaques que no agregan valor a lo que nació, creció y se desarrolló a la intemperie, la mejor manera de preservarlas, es colocarlas a disposición del público en cestas y canastos lo más pronto posible luego de su cosecha; todo lo cual se logra observando un obvio principio de sostenibilidad: preferir lo que menos viaje. Eso implica abastecerse del agricultor local que, bien puede no tener toda la disponibilidad de productos que quisiéramos, pero en contraposición, puede ofrecerlos muy frescos, recién cosechados y a precios más favorables dado que no tiene que cubrir grandes costos en transporte.



Los productos cárnicos que hasta el día de hoy se expenden a granel y deben exhibirse, por supuesto, dentro de congeladores, son también otro ejemplo de lo fácil que resulta para la tienda o supermercado disponer de unos recipientes a los que se les aplique la debida tara (restar el peso del recipiente) al momento de pesar la compra de los clientes, bien sea para que los dependientes del almacén la empaquen en los contenedores plásticos o de vidrio que los compradores lleven para hacer su mercado, o si se prefiere, para entregárselas en un punto definido, para que ellos mismos la reempaquen.



Respecto de ítems como la panadería, galletería y afines, su exhibición en vitrinas que mantengan el producto a resguardo del público pero al mismo tiempo permitan el autoservicio, es una estrategia de mercadeo que en la actualidad funciona bastante bien incluso en supermercados de cadena, y en la que los consumidores pueden abastecerse llevando sus propias bolsas reutilizables de tela.




Consulta la normativa del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos INVIMA (Colombia)

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